Caramelito

Aaah... las delicias del cine independiente. Cuando ví "El Mariachi " era sólo un crío, pero me encantó. "Amores Perros", "Ciudad de Dios", "Sospechosos Habituales"... sencillamente maravillosas. "Memento", "Cabeza Borradora", "Reservoir Dogs", "Dark Star", "The Descent"...
¡Cuán afortunados ojos tengo!
Pero siempre aparece una joya nueva. Y ésta, como no puede ser de otra forma, llegó a mis oídos de un modo sutil, casual, casi caótico. El TxinoBlas me la dio a conocer (te quiero tío). Él venía de una sesión intensiva de séptimo arte del Festival de Fantasía y Terror de Donosti, sólo que hoy era diferente.
Su inquietante mirada jugueteaba con su alrededor mientras escudriñaba mentalmente sus recuerdos más recientes:

- ¿Qué te perturba? - le preguntamos.
- Él nos miró, suspiró y pronunció sólo dos palabras: "Hard Candy".

Natura simplicibus gaudet, la naturaleza se complace de las cosas sencillas. No veréis planos imposibles en esta película, sólo algunos deliberadamente vertiginosos. No hay efectos especiales sorprendentes. No esperéis ver planos ejemplares de lugares exóticos, tan sólo un apartamento. Un apartamento, y el talento interpretativo de dos actores deslumbrantes (luego volveré a esto).
No desvelaré nada del argumento, a modo de presente, en agradecimiento a todos vosotros por leer estas líneas. Simplemente dejaré que el director de la película os cuente la historia tal y como la concibió: grotesta, despiadada, fabulosa.
David Slade, de pasado videoclipero, que busca su inspiración en otros autores contemporáneos de ineludible referencia (Darren "geniodelceluloide" Aronofski ó Richard Kelly) nos presenta en su obra a Patrick Wilson como Jeff, en un maravilloso papel de fotógrafo treintañero, y a la joven Ellen Page como Hayley. Hayley. Ooh, bella y cruel Hayley. Ésto es actuar.
Ellen, como seguramente estés leyendo ésto aprovecharé para rendirte mi total pleitesía. Nunca nadie produjo una sensación en mí así Ellen, y aunque se parezca más al terror que al placer me has hecho cruzar esa línea. Convengo en que es un papel concebido para lucirse, y que bien hace las veces de trampolín interpretativo, pero sólo los auténticos virtuosos lo aprovecharían así, Ellen. (¿19 años, Ellen? ¡Dios Mío!)
Tienes madera pequeña , ya lo creo.